jueves, 16 de agosto de 2012

Todo por tí.



Las luces se reflejaban lejanas, la música y el ruido quedaba amortiguado por la distancia, la brisa del mar y el rugir de las olas contra las rocas. Se había alejado por completo del puerto, de la gente, del dolor, y de él. Todo desprendía un aroma a sal y sentía un sabor amargo en su boca, por culpa de esos besos sin amor. Estaba cansada de mentiras, de falsas promesas, de palabras vacuas que decían cosas hermosas sin sentirlas. Lo había dejado atrás y ahora se sentía mucho mejor, más libre, más fresca, más ella misma. Le había dolido, sobretodo al principio, descubrir que ella no era nada para él. Era la fachada, la superficie donde con todos daba la cara, a la que fingía querer. Pero en realidad quería a las otras. O quizás la quería a ella, pero buscaba a otras para no cansarse de la rutina, para no hacerle daño. Ella lo había perdonado una vez, cuando lo descubrió. Se había arrastrado hasta ella y le había jurado que había sido un error de una noche demasiado fuera de control. Pero eso había sido el pasado.


Contempló embelesada, tras sus propias lágrimas y el efecto del mar, las borrosas manchas de colores que se perdían en la lejanía de la costa. Titilaban y parecían moverse, alegres, albergando vida. Necesitaba alejarse aún más, hasta perderlo todo de vista. Siguió caminando, perdiéndose en la lejanía, adentrándose por angostos caminos de tierra y sal hasta llegar a una playa salvaje. A su lado se veían luces de la ciudad cercana, pero no importaba, las dunas de arena las tapaban. Se sentía mejor, solitaria y tranquila. Un lugar lleno de paz. Se oía nada más que las olas al tocar la arena, la brisa rozar el mar, y las hojas de los pinos viejos mecerse lentamente. Se tumbó sobre la arena, a contemplar las estrellas. Quería olvidar, quería dejarlo todo atrás, encontrar a alguien que sí mereciera su amor. Porque todo lo que ella decía, era sincero. Se quedó pensativa, y a la vez ausente, pensando en el vasto cielo y dándose cuenta lo pequeña e insignificante que era, al igual que sus problemas. Dolía la traición y el recuerdo, pero viviría con ello. Ausente, sin pensar más en él, se quedó toda la noche mirando el cielo, hasta el amanecer.