sábado, 24 de septiembre de 2011

The End of the World




Hoy es el gran día. Todos estamos preparados. Llevaban siglos diciéndonos que era lo que sucedería hoy, porque desde hace siglos, esto estaba predestinado sin haber ninguna solución. Evacuar a toda la población mundial suponía un grave problema, y más aún encontrar un sitio a donde ir. Durante miles de años los científicos y eruditos han intentado crear otro mundo, otro planeta habitable, en el cual se han invertido cantidades astronómicas de dinero cada año, financiadas por todas las personas. Era como nuestro seguro de vida después de este día. Pero no ha sido así. Todo ha sido una mentira. Solo unos pocos privilegiados se han ido. Solo unos pocos han disfrutado y disfrutaran de ese nuevo planeta que reúne las condiciones de vida idóneas para nosotros. El resto del mundo permanecemos aquí, a la espera de nuestra muerte. Ha sido la mayor decepción de mi vida. Ha sido como la muerte misma para todos nosotros, ¿Por qué han hecho eso? ¿Por qué nos han abandonado a nuestra suerte? ¿Cómo se ha podido permitir? ¿Por qué tengo que morir tan joven? ¿Será tan doloroso como siempre han dicho? Estoy nerviosa, asustada y a la vez resignada a todo lo que me espera. Sé que moriré con todo el mundo, pero eso no es un consuelo. ¿No ves lo injusto que es nacer para poco después morir? Mi vida ha sido corta, muy corta en realidad, porque a pocas personas se les permite tener hijos, y menos aun cuando quedaba poco para la Trasladación. Yo fui de las últimas, yo debería de haberme ido con ellos. Mi vida no puede ser peor, puesto que voy a morir en unas horas.

Hace cuatro días, cuando todo el mundo supo la terrible noticia de que nuestras esperanzas, sueños y creencias eran falsas (sólo para unos pocos privilegiados que fueron invitados), mis padres se suicidaron. Y me dejaron completamente sola. Yo también pensé en esa posibilidad, pero ya que ha llegado este día prefiero vivirlo hasta el final. No tengo ni si quiera a nadie a quien abrazar cuando llegue la hora. Parece mentira, pero no tengo la valentía de quitarme la vida ni en estos momentos.
Salgo a la calle, con las gafas especiales puestas. El calor es inaguantable y da a entender lo que sucederá. Centro mi vista en el sol. Las gafas son de un cristal negro profundo, y solo se ve lo esencial. El sol esta gigante, como lo ha estado cada día desde que nací. Aunque ahora todo haya ido a más. Se lo que sucederá, sé que una ola de fuego me devorará y en unos segundos no seré nada, el mar se evaporará al igual que la tierra, que se fundirá.

La atmósfera, milagrosamente gracias a la ciencia aún está intacta, pero cuando llegue la explosión no habrá nada que hacer. Camino bordeando mi casa hasta el linde con el bosque, que esta quemado y sus árboles muertos. Me siento en la tierra árida, y acaricio por última vez los arbustos secos. Ellos tampoco se salvarán, al igual que las infinitas maravillas y seres naturales que ha habido en la Tierra a lo largo de millones de años.

La gente empieza a salir de sus casas,  la alarma ha empezado a sonar. Esto marca las últimas horas de mi existencia. Un chico alto, algo más mayor que yo pasa a mi lado y me mira con cara de tristeza. Lo conozco de verle por el vecindario, es un chico (o al menos lo era) muy alegre y agradable.
-¿Estás tú sola?-me pregunta cabizbajo.- ¿Puedo sentarme a tu lado?
Sin decir palabra le sonrío con desánimo y le hago un gesto para que se siente a mi lado.
-Nadie debería de estar solo en un momento así.-dice él mirando al cielo.
Me quito las gafas y el hace lo mismo. Nuestros ojos se observan mutuamente durante un rato, y procuramos no mirar al sol. Mis ojos negros como el azabache se sorprenden con sus ojos de un vivo color verde. Hace años que ese color no se ve en la naturaleza y hace siglos que prácticamente todo el mundo tenemos los ojos negros.
-Tus ojos son verdes.-me limito a decir- Nunca había visto algo parecido.
-Soy de los últimos que quedan- me dice a la vez que saca de su bolsillo una carta de color amarillo arrugada.- me invitaron a irme de aquí por mi genética particular. Mis ojos no están modificados científicamente.
Atónita observo como lo que hay entre sus manos es una carta de invitación para salir del planeta. Y él sigue aquí.
-¿Por qué no has ido?-le digo sobresaltada- ¡Has rechazado vivir!
-No quería vivir en un mundo que su mayor error ha sido haber matado a millones de personas. No quería ser un cobarde que huye del destino de la vida. No quería ser cómplice de tu muerte, y menos aún quería irme sin conocerte. Siempre me has parecido reservada, siempre tan misteriosa. Siempre soñaba con que todo el mundo saldría de aquí y allí, en un nuevo y lejano planeta te volvería a ver y me atrevería a hablar contigo. Cuando me he enterado de que paso con tus padres he salido a buscarte. Yo también estoy solo.
Las lágrimas empiezan a brotar de mis ojos, todo esto es real, voy a morir, mis padres han muerto, me han abandonado. Por otra parte él se ha quedado y ha venido a buscarme. Para morir juntos. Y prácticamente no nos conocemos de nada. ¿Pero hay algo más sincero que esto? No puedo darle nada a cambio, solo morir a su lado al igual que él. Sin pedirle permiso, le cojo de la mano y la acaricio.
-Gracias por estar a mi lado.-le digo, mientras el, bruscamente me atrae hacía sí y me abraza.
Los sentimientos más intensos se incrementa cuando la muerte esta tan cerca. Nos besamos suave y dulcemente lo que hace que pierda la noción del tiempo mientras lo hacemos.

El calor me abrasa, lo noto, no sé si es el fuego del deseo o los rayos del sol. En unos segundos, mientras sigo besándolo, todo sucede:


La ola de fuego nos destruye completamente, pero en contra de lo que imaginaba, la muerte fue totalmente agradable.  Fue agradable porque no le presté atención, porque fue inesperado. Si no hubiera estado él no habría sido así. Mi muerte fue dulce, tan dulce como los labios de él posados en los míos. Una muerte vacía de rencores ni odios, una muerte llenan de sentimientos. Una muerte rápida e instantánea. Lo último que recuerdo antes de quedarme ciega por el fuego y la abrasión fueron sus profundos ojos verdes.



domingo, 18 de septiembre de 2011

Ellos




Camina. No mires atrás, porque sus ojos están fijos en ti. No muestres debilidad alguna, simplemente mantente impávido todo lo que puedas porque si no, será tu fin. No muestres tus emociones, ni la más mínima, porque ellos se cernirán sobre ti. Te he dicho que camines, y que no vuelvas la vista atrás, porque tus ojos te delatan, porque tu respiración alterada y asustada no los convence, porque huelen tu miedo, porque siente cada gota de tu sudor salir por los poros de tu piel, porque se, amigo mío, que no vas a durar ni diez minutos ahí fuera. Esos bichos que parecen seres humanos, que intentan comportarse como tal, no lo son, insensibles, inhumanos, sin emociones. No dudes por un instante en que si te descubren, te convertirán en uno de ellos. Vacío y falso, sin corazón. Se alimentarán de ti, absorberán tu vida y no recordarás quien eres ni en que te has convertido, solo serás un montón de huesos y carne que camina sin destino ni sueños por los que luchar. Finge ser quien eres, y quizás sobrevivas.